Sloterdijk critica al humanismo tradicional, en especial a Martin Heidegger, quien esctibio “Carta sobre el humanismo” en la que decía por ejemplo: ¿Qué otra cosa significa humanismo, sino que el hombre se torna humano? Pero en este caso, la humanitas sigue siendo la meta de un pensar de este tipo, porque eso es el humanismo: meditar y cuidarse de que el hombre sea humano en lugar de no-humano, «inhumano», esto es, ajeno a su esencia”.. .
Sloterdijk habla de técnicas de crianza cuando habla de métodos domesticadores, (el hombre es un animal domesticable) adiestradores (y es el humanismo el principal adiestrador) , para estar sentado y apaciguarse. Como instrumento para esta domesticación, la cultura literaria., y hace referencias a la crisis del Humanismo anunciada por Nietzsche en el libro “Asi hablo Zaratustra”, pero va mas lejos, “nos ha llevado a vivir en un zoológico temático lleno de animales civilizados, donde el hombre se domestica a sí mismo y trata de hacer lo mismo con los recién llegados" esta cultura literaria fomenta la diferencia entre hombres letrados e iletrados, casi hasta una diferenciación de especies.
El humanismo
educativo abrió una "era antropotécnica", donde toman un papel primordial
la ingeniería genética y la clonación. “se abre paso a una futura antropotécinia
orientada a la planificación explícita de las características; o si se podrá
realizar y extender por todo el género humano el paso del fatalismo natal al nacimiento
opcional y a la selección prenatal”
Encuentro similitudes con la idea de psothumanismo de
P. Sibilia enesa nueva relación hombre-tecnologia,
y en esta “mutacion” que se esta produciendo en el pensar al hombre.
En una
entrevista a P. sibilia se refiere al tema diciendo: “ Los textos de Sloterdijk no aparecen sólo en las conclusiones de mi
libro, sino que lo atraviesan y lo nutren en varios momentos. Incluso es uno de
los autores más profusamente citados en los capítulos 4 y 5. De todas maneras,
insisto: más allá de mencionar o no a determinado autor, creo que lo que
importa en este tipo de trabajos son las ideas (que probablemente no tengan
dueños, o cuya paternidad suele ser múltiple y difusa). En ese sentido, el concepto de “histeria antitecnológica” que menciono hacia el final del libro ha sido productivo, al menos en mi caso, como una advertencia: una defensa del pensamiento crítico y una voluntad explícita de mantenerme alejada tanto de los rechazos como de las celebraciones impensadas. Me refiero a aquellas aproximaciones a estos fenómenos que, en vez de recurrir al pensamiento, impugnan o bien abrazan todas estas novedades de una manera acrítica, recurriendo a argumentos moralistas, religiosos o meramente “histéricos”. En ese sentido, creo que la “histeria antitecnológica” es muy parecida a la “histeria pro-tecnológica”, y ambas son igualmente estériles. Por eso, su impresión de que buena parte de mi obra estaría entretejida con ella es, para mí, una terrible noticia. Sin duda, la histeria no es una buena consejera...”